Lopera Bike

domingo, 22 de octubre de 2017

Crónica Castillo de Santa Catalina



Esta mañana hemos realizado una nueva ruta, inédita hasta el momento en nuestro club, pero no por ello menos deseada, que consistía en ir a nuestra capital de provincia y subir al Castillo de Santa Catalina. Buscando la mayor seguridad de todos nosotros y por ello intentando evitar la carretera nacional A-306, decidimos partir desde Villanueva de La Reina, y de este modo llegar por medio de la antigua N-323 con apenas tráfico a la capital del Santo Reino.



De esta manera, 14 socios de nuestro club, con alguna baja de última hora, partimos en coche a las 7:45 am dirección a Villanueva de la Reina, donde tras aparcar los vehículos y preparar cuerpo y montura, dimos inicio la ruta sobre las 8:45 am, con un poco de humedad y fresco, que pronto desaparecería al menos momentáneamente, al iniciar al ascenso a Espeluy, en un pelotón estirado, con diferentes tertulias mañaneras entre todos nosotros. Si apenas darnos cuenta, llegamos a Mengibar, donde los semáforos nos hacen a Diego y mi, descolgarnos del grupo, y adivinar la dirección a seguir para enlazar con la N-323, la cual conseguimos sin mayor problema. 



Ya inmersos en la N-323, nos cruzábamos con bastantes ciclistas, y percibimos por los desarrollos que llevábamos y la diferencia de velocidad con los compañeros que nos cruzábamos, que la carretera picaba hacia arriba, aunque visualmente parecía llana. Justo pillamos al grupo cuando realizaban una parada para hacer pis en una "área de descanso" para mayores de 18 años, ya abandonada. Tras el pis en el que Benitín tardó algo mas de lo habitual, reemprendimos la marcha, con una carretera en mal estado, con muchas grietas y regajos, que hacían que la marcha fuera muy brusca, y pasando por el complejo Juleca, y posteriormente por el centro penitenciario, al que alguno se dirigía por error.



Ya divisábamos cerca Jaén, el Castillo y su sierra, cuando pasamos por la antigua fábrica de Embutidos Molina, quién la a visto y quién la ve. Actualmente una instalación fantasma y derruida. Enseguida llegamos al  nuevo polígono industrial y la ciudad del automóvil, para entrar a Jaén por el bulevar. Se notaba que Jaén está de feria, porque apenas había vehículos ni peatones, y eso que ya eran las 10:30 am aproximadamente. Cruzamos el Gran Eje, donde a Elu y a mi, nos vienen nuestros recuerdos estudiantiles, narrando los nombres de las mejores tascas con aperitivos de la zona, para llegar a la Agencia Tributaria, y por indicaciones de Bartolo enfilar la Calle Antonio de Lara sin anestesia. Trescientos metros de cuesta a una media del 13%, que nos pusieron las piernas calentitas y las pulsaciones a 200, para llegar a la rotonda de la circunvalación donde nos reagrupamos y nos quitamos manguitos y cortavientos tras el sofocón del cuestón.



Una vez todos preparados, iniciamos la ascensión al Castillo, por un primer tramo de la carretera de circunvalación que no los tomamos con tranquilidad y donde los nenes ( José Antonio y Antonio) nos dejan mas tirados que una colilla ( aunque la veteranía es un grado, ya lo veréis ). De pronto nos encontramos con el cruce hacia el Castillo y el Neveral, y nos sorprende un primer tramo largo, con un porcentaje importante que alguno como Luis iba a reventar el manillar de apretar. Llegamos a otro cruce para el Neveral y El Parador. Dudamos, cuando los nenes bajan del Neveral y nos indican que es por la derecha dirección Parador, ya que ellos se han equivocado ( aquí vemos la veteranía y el error de los noveles por no preguntar). Así que cogemos el camino del Parador y de nuevo los nenes nos dejan tirados, cuando de pronto oímos las voces de nuestro compañero Antonio Pedrosa, que estaba en la entrada del Parador animándonos. Curvón a derechas y vemos un arco de entrada espectacular, a Antonio Pedrosa con su movil preparado para inmortalizar la llegada, y lo peor, una rampa final de pica pica, co o colofón final. Fuimos llegando al castillo, nos hicimos fotos por todos lados, incluida la de grupo, y decidimos iniciar la bajada para desayunar en Jaén.



Tras iniciar el camino de vuelta y parar en diferentes semáforos, decidimos desayunar en las 100 Tapas, local situado en el bulevar, donde Bartolo se encontró por sorpresa con su sobrina, y donde tras poner patas arriba a los trabajadores con 14 tíos hambrientos, degustamos finalmente unas buenas tostadas con jamón, excepto los nenes que se tomaron un sabroso donuts casero. Previamente Benitín había decidido volverse a Lopera junto con Antonio Pedrosa por la nacional.



Tras reponer fuerzas, reemprendemos la marcha con alegría, poniendo ritmo de bombero hasta Las Infantas, donde realizamos una parada de pis y reagrupamiento, para enseguida continuar con la ruta y el mismo ritmo, ya cerca de Mengibar, a la cual llegamos y cruzamos, debatiendo si era un Simca 1000 u otro tipo de coche, el que se nos puso al lado del semáforo, con mas ruido que potencia. Subida de Mengibar, donde los Jr, Antonio Torres y yo, nos escapamos del pelotón, reintegrándonos en él en Santa Emilia, donde a la salida realizamos otro reagrupamiento. A la reincorporación tras los Jrs que de nuevo nos dejaron tirados, formamos un grupito, que el tramo hasta Espeluy y posteriormente hasta la meta final en Villanueva, fue como un final de etapa, con constantes ataques de Elu, Bartolo y Fernando, a los que siempre respondía Luis, pese a avisarle sus piernas de que estaba en la reserva, y que aunque nos es lo mejor para finalizar una ruta, fue bastante divertido.



Por fin llegamos a la meta tras 95 km y mas de 1.000 metros de desnivel, y cada cual a sus vehículos a montar las bicis y volver en coche hasta Lopera, en esta ocasión sin parada en el Batacha pues llegamos a Lopera pasadas las 14 horas. En resumen, una inédita ruta, que personalmente me ha gustado, sobre todo la subida al Castillo y sus espectaculares vistas, aunque el tramo de la N-323 no está muy bien que digamos, aunque es perfectamente ciclable por ahora.












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